viernes, 26 de noviembre de 2010

piensa

1) Acude a tu propio funeral.


¿Te gusta la idea? Imagínate que acudes a tu propio funeral y que la gente allí presente comenta cosas acerca de ti. Piensa en cómo te gustaría que te recordaran. Una vez tengas claro esto, empieza a actuar y hacer las cosas necesarias para dejar esa huella.



Los que más llorarán son los que más te quieren. A esas personas las tienes que cuidar especialmente. Busca un poco más de trascendencia en tus actos pues éstos serán por los que te recordarán.

2) Elige 5 cosas que tienes claro que vas a realizar.



Son 5 cosas que necesitas realizar porque te van a ayudar a sentirte bien. No se trata sólo de hacerlas sino de hacerlas lo mejor que puedas. Son cosas que te van a aportar algo positivo. 3) Sueña con tu día perfecto.



¿Qué haces en ese día? ¿En quién o en qué estás dedicando el tiempo? Tu sueño te puede dar una idea clara de por dónde van los tiros. 4) Escribe una "Tu lista ideal"



Escribe una lista con aquellas cosas que te gustaría tener para que tu vida fuera impresionante. Ahora piensa cuál de esas cosas están a tu alcance en este momento. 5) El consejo del sabio.



Esta técnica requiere un estado de trance, tranquilo/a que no requiere tomar ninguna droga ;-) En primer lugar, es necesario estar bien relajado. Puedes hacer esto mediante una serie de métodos. He aquí el más simple:



Respirar profundamente y exhalar despacio. Hazlo 10 veces centrándote únicamente en la respiración. Después tu atención se centra sólo en una pregunta: ¿Cuál es mi mejor consejo para mí?



Ahora, permite que tu asesor interno, la parte de ti que te conoce mejor, hable contigo. Suena escalofriante, pero no es necesario. Algunas personas encuentran que su asesor interno viene con una imagen de un anciano sabio o incluso un animal, otros sólo escuchan una voz.



Escucha al asesor, sin criticar ni juzgar. Regresa a tu nivel habitual de conciencia y escribe lo que dijo el asesor.

jueves, 30 de abril de 2009

CONFÍA EN TU VOZ INTERIOR


Mientras me acerco y toco tu hombro suavemente, mi corazónte pide que mires con los ojos del alma. ¿Lo ves?
Detrás del texto hay un sabio anciano con una vela encendida.
Siente su inmaculada vibración.
Ilumina este mensaje, con la bellísima luz del amor,
para que en tu interior resurja plenamente la confianza.
Él es un noble guía.
Vino a impulsarte, con su energía redentora,
para llevarte de nuevo a contemplar el Sol.
Bendito eres.
Con la delicadeza de aquellos que reconocen el dolor de las heridas y son conscientes de lo que implica el agotamiento y la confusión, el anciano cobija dulcemente tu cuerpo -con la pureza de su frecuencia-
para que recobres tu hermoso aura.
Sus ojos sinceros hablan a través del movimiento de mis manos, por eso te escribo.
Este es el armónico sonido de un mensaje cristalino, sus palabras llegan para energizarte y aumentar tu comprensión.
Si pudiera mostrarte la importancia que tiene seguir caminando,
sin cerrar tu corazón, mi tarea estaría cumplida. Estoy aquí para ayudarte, pues la transición es intensa. No creas que nadie te escucha.
Hay puertas que no se abren para que te muevas en otra dirección.
No claudiques. Las situaciones que parecen injustas te dan la posibilidad de que aprendas a centrarte en medio de la adversidad.
Sentí cada paso.
Respeta tu propio ritmo.
El descanso no es una pérdida de tiempo,
permite que interiorices las vivencias.
Aunque parezca lo contrario,
no tropiezas con las mismas piedras.
Nuevas enseñanzas cruzan tu sendero para darte la oportunidad de aprender, de un modo diferente,
aquello que creías que sólo tenía una única solución.
Tu universo interno se amplía y enriquece a medida que observas sin juzgar.
Abraza tu realidad y transfórmala desde el centro de tu pecho.
Ábrete.
Un inmenso flujo de energía dorada viene acariciando
las estrellas para traer hasta tu corazón el esplendor de un majestuoso tiempo.
Internamente sientes que la Tierra te llama a que bailes con ella la danza creativa del amor, pero tu mente te reprocha que así no podrás cubrir tus necesidades más básicas.
Este abismo, que
parece infranqueable, se supera dando en el vacío, una vez más, el paso que hace extender tus firmes alas.
Renueva la confianza en tu voz interior y sigue por el
camino del amor.
No temas por la intensidad de las pruebas,
puede que aprieten pero no ahorcan.
En breve verás surgir nuevos espacios de consciencia donde compartirás tus experiencias.
Allí tu corazón abrazará otros corazones.
Cantarás y sentirás que lo vivido no fue en vano.
Internamente gozarás de una profunda calma.
Sólo faltan algunos pasos.
Confía. Confía. Confía.
El anciano, de largos cabellos blancos y túnica
resplandeciente, posa su grácil mano en tu frente,
acallando todo ruido mundanal.
Te mira de manera angelical y tu alma lo reconoce.
Una flor se abre al verlos caminar juntos, envueltos en el halo reluciente y amoroso de una nueva humanidad.
El Sol brilla. Tu corazón festeja, ha renacido en la luz de la confianza.
Sigue andando.
Sigue confiando. Soy un mensajero.
Bendito eres.

lunes, 27 de abril de 2009

¿QUE ES LA SUPERACION PERSONAL?

La superación personal es un proceso de cambio a través del cual una persona trata de adquirir una serie de cualidades que aumentarán la calidad de su vida, es decir, conducirán a esa persona a una vida mejor.

Esta vida mejor no debe entenderse como una vida con más comodidades materiales, aunque éstas también pueden aparecer como un subproducto del cambio personal. Lo que el individuo trata de hallar a través de la superación personal es, en cambio, un estado de satisfacción consigo mismo y con las circunstancias que lo rodean.

Son muchos los factores que conspiran en contra de un estado de esta naturaleza. Es frecuente encontrar personas que viven oprimidas por sentimientos de angustia, temor o incluso ira contra sí mismas o contra los demás. La causa de esto son creencias erróneas acerca de lo que es la vida, por ejemplo, la creencia de que la manera de alcanzar la felicidad es tener más y consumir más.

Durante el proceso de cambio la persona en busca de la superación trata de conseguir la liberación de esas creencias erróneas para así poder estar en condiciones de afrontar la vida con otro enfoque, bajo otra perspectiva. Esto se llama el proceso de liberación o de despertar. A esa persona que ha conseguido ese objetivo se la puede llamar una "persona evolucionada", dado que ha experimentado una evolución en su actitud frente a la vida.

Llegar a convertirse en una persona evolucionada no es un proceso fácil. Implica dejar atrás muchas formas de comportamiento que se han ido adquiriendo como consecuencia de la vida en sociedad y que ya se han convertido en parte integrante de ti. De hecho, lo que se te está pidiendo es te conviertas en otra persona diferente de la que eras. Por eso a este proceso algunas veces se lo denomina "renacer".

Ante la magnitud del esfuerzo que esto implica, es comprensible que algunos decidan seguir siendo como eran antes, a pesar de todos los inconvenientes que ello les ocasiona. Para otros es imposible seguir en las condiciones en que se encuentran y solamente les queda tratar de cambiar si es que la vida ha de tener algún significado para ellos.

Si tú eres de los que han decidido que no les queda otra opción que cambiar, estas páginas te pueden ayudar mostrándote algunas de las conductas que debes evitar y cuáles son las que debes preferir. La resolución de evolucionar o no, la debes asumir tú como una condición preliminar para que exista alguna posibilidad de cambio.

La seguridad que proporciona lo conocido y la inseguridad que provoca lo desconocido, son algunos de los motivos por los cuales las personas se resisten al cambio. También es cierto que las cualidades de la persona evolucionada no son precisamente las que promociona la sociedad. Generalmente asumir una actitud evolucionada representa enfrentarse con la manera de pensar de la mayoría y esto no suele ser grato para nadie.

En realidad, iniciar el camino de la superación personal implica tener la intención de adoptar formas de pensamiento que han sido características de las grandes personalidades de la humanidad. Estas grandes personalidades no lo fueron precisamente por haber seguido las instrucciones de algún libro sobre cómo conseguir amigos e influir en las personas.

El camino de la superación personal no es para todo el mundo, sino solamente para aquellos que han decidido hacer el esfuerzo porque están convencidos de que no les queda otra alternativa.

QUIENES PUEDEN SUPERARSE

Existen ciertas condiciones que deben cumplir las personas que quieren emprender el camino de la superación personal. En primer lugar, deben querer superarse. Esto puede parecer una perogrullada, pero hay un motivo para requerirlo. Hay algunas personas que dicen que les gustaría ser mejores, pero... no están seguras, tendrían que pensarlo un poco más todavía.

Para estar en condiciones de superarse, la persona debe tener en primer lugar la intención de hacerlo. Con esto quiero decir que el proceso de cambio es algo que surge del interior de la persona y no puede ser impuesto desde el exterior. Si una autoridad cualquiera decidiera, en un país, forzar a sus conciudadanos a superarse, no lo lograría. Tal vez conseguiría obligarlos a adoptar una apariencia de superación, pero la superación solamente la conseguirían aquellos que de todas maneras lo hubieran hecho sin ser obligados.

Esto no quiere decir que no se pueda, durante la infancia, transmitir a los niños valores propios de la persona evolucionada. La infancia es un período de aprendizaje, y tanto pueden aprenderse cosas malas como cosas buenas. La enseñanza será provechosa en la medida en que sea transmitida a través del ejemplo y en que coincida con las tendencias congénitas del niño.

La infancia es un período de aprendizaje de hábitos. El significado de esos hábitos, sin embargo, solamente será comprendido cuando la persona alcance la adultez. El niño aprende por imitación, el adulto por convicción. Para estar convencido de la importancia de aprender algo, se debe tener un poder de comprensión que solamente se alcanza en la edad adulta.

Comprender la conveniencia del cambio es algo que se puede dar de una manera traumática o no. Existen personas a las que todo les sonríe en la vida, que no tienen preocupaciones ni pesares, y que, sin embargo, un día dan la sorpresa a los que las rodean de manifestarse dispuestas a abandonar todo lo que tienen y emprender una nueva vida.

Cuando se produce un cambio como el descripto, la única manera de explicarlo es como el resultado de un proceso interno de maduración. Por el contrario, existen otros cambios que se producen a raíz del sufrimiento repetido o de un gran sufrimiento inesperado.

Puede ocurrir que la persona llegue a la conclusión de que no tiene sentido seguir sufriendo y decida hacer un cambio en su vida. O bien un acontecimiento como la muerte de un familiar puede llevar a la persona a replantearse los supuestos que han estado rigiendo su vida.

En resumen, estará en condiciones de superarse aquel o aquella que tenga la intención real de hacerlo y la comprensión que solamente otorga la madurez vital. Esta comprensión para algunos llega más temprano y para otros más tarde o nunca. La edad cronológica es generalmente un buen indicativo de la adultez, pero falla en algunos casos. Una persona puede ser mentalmente adulta a los dieciocho años y otra no llegar a serlo todavía a los cuarenta y cinco.

Una vez que se ha tomado la resolución de emprender el cambio y se ha comprendido qué es lo que hay que cambiar, queda todavía un largo camino por delante. Ese camino solamente podrán recorrerlo aquellos que además tengan la cualidad de la persistencia.

EL PROCESO DE SUPERACION

Todos los Maestros que han estudiado cómo determinadas personas se diferencian del resto de una manera que habilita poder decir que han alcanzado un estado superior (no en posesiones materiales, sino en su excelencia como persona) han coincidido en una serie de características que son propias de dichas personas.

A esas personas se las ha denominado de diversas maneras: persona desarrollada, persona realizada, persona madura, persona sabia, persona superada, etc. Yo he decidido usar el término "persona evolucionada" dado que el concepto de evolución representa al mismo tiempo un proceso de cambio y de diferenciación. Dado que estas personas son diferentes de la mayoría, me parece adecuado decir que han evolucionado.

Este proceso de evolución puede ser natural, sin esfuerzo por parte de la persona y producto solamente de sus experiencias de vida. Sin embargo, no es éste el caso más frecuente. Lo usual es que la persona evolucionada haya llegado a serlo por un esfuerzo consciente y luego de mucho trabajo.

La razón de emprender un difícil proceso de cambio solamente se justifica por la necesidad de salir de un estado de sufrimiento para llegar a un estado de paz. La persona que ya está en paz, que es feliz como está, no va a emprender el camino de la superación personal porque no lo necesita.

La característica principal de la persona evolucionada es el estado de paz interior; es una persona que está en paz consigo misma y con el mundo. Esta cualidad es apoyada por muchas otras que son las que permiten llegar a ese estado, pero hay algunas condiciones que deben darse para que se inicie el proceso de superación personal.

Como ya dije, la persona debe estar pasando por un estado de sufrimiento psíquico. Este tipo de sufrimiento se identifica hoy en día con la enfermedad mental más difundida, que es la depresión. La depresión es una afección que, salvo en sus formas más agudas, no impide llevar una vida que se puede llamar "normal", por lo que en una época no era considerada como una enfermedad.

En una graduación de lo más leve a lo más grave, podemos decir que la gama del sufrimiento psíquico va desde la simple "infelicidad" hasta la depresión aguda que impide el funcionamiento normal de la persona. Existen depresiones que son producto de un disfuncionamiento del organismo y que pueden ser curadas con una medicación adecuada. Aquellas depresiones que no tienen una causa orgánica deben ser enfrentadas por medio de la psicoterapia o de la superación personal, según sea su gravedad.

Para iniciar el proceso de superación personal, debes reconocer tu estado actual de infelicidad, depresión o como lo quieras llamar. Si no reconoces que hay algo para solucionar, no vas a hacer nada para solucionarlo. Existen muchas personas que caen en lo que llama "negación", que consiste en argüir que no les ocurre nada. Aquellas que reconocen que algo les ocurre, pueden decir que no tiene importancia porque es solamente transitorio.

Una vez que has reconocido y aceptado tu estado de sufrimiento, y que el mismo no va a cesar por sí solo y va a continuar a menos que algo ocurra, se debe dar el segundo paso. Debes convencerte de que está en tus manos salir del estado de infelicidad. Existen personas que echan la culpa de sus desgracias a factores externos y niegan tener la posibilidad de hacer algo para evitarlas.

La capacidad de salir del sufrimiento proviene de la posibilidad cierta que tienes de cambiar, no los hechos de la realidad, sino la actitud con que te enfrentas a los mismos. Teniendo una apreciación correcta de la realidad, que te indique cuáles son los hechos que puedes cambiar y cuáles no, puedes aprender a dejar de sufrir por aquellas cosas que estás imposibilitado de cambiar y, de esa manera, estar en mejores condiciones para cambiar lo que está a tu alcanze

REFLEXIONES PARA LA SUPERACION PERSONAL


Aceptar los problemas de la vida


Muchas veces nos desesperamos por la cantidad de problemas que tenemos que afrontar diariamente: en el trabajo, en la casa, en cualquier otro lado. Parecería que fuéramos de problema en problema; no terminamos de salir de uno cuando ya aparece otro.

En esos momentos solemos decir: "¡Que feliz sería si no tuviera tantos problemas!" Sin embargo, este es un enfoque equivocado. Mientras vivamos, la vida nos presentará inevitablemente problemas para resolver, y el hecho de ser feliz no está relacionado con la existencia o no de problemas sino con la manera en que los enfrentas.

Piensa un poco en qué es una situación problemática. Se dice que tenemos un problema cuando algo no se produce de la manera que nos gustaría. No ganamos lo que nos gustaría, los hijos no se portan como nos gustaría, o simplemente el tránsito no avanza tan rápidamente cómo nos gustaría. ¿Sería posible que todo ocurriera de la manera en que a ti te viene bien? Obviamente que no, aunque más no fuera por la razón de que muchas veces lo que es el beneficio de uno es el perjuicio del otro.

Entonces vemos que los problemas son una parte ineludible de la vida. Si queremos vivir, tenemos que enfrentar problemas. Pero no debes verlo como un mal irremediable, sino como una oportunidad para superarte. Cada problema es una oportunidad para ejercer tu razonamiento, que es la manera de crecer.

Ejercer tu razonamiento con un problema no significa necesariamente tener que resolverlo. Tal vez lo que debas hacer es ignorarlo. Con cada problema que se te presenta, tienes las dos opciones: resolverlo o ignorarlo. Existen distintos tipos de problemas, y a menudo se presentan varios simultáneamente. Sería una cuestión sin sentido tratar de resolver todos sin que falte uno.

Cuando tenemos que enfrentar varios problemas al mismo tiempo, lo primero que tenemos que hacer es jerarquizar los mismos. Habrá algunos más importantes y otros que lo son menos. Tus recursos no son ilimitados y es probable que, al tratar de solucionar los menos importantes, comprometas la solución de los más urgentes. Entonces sería una decisión sabia ignorar aquellos problemas que en el momento no te son tan importantes.

Una vez establecida una jerarquía de problemas y determinado cuáles vamos a tratar de resolver y cuáles vamos a dejar para más adelante o para nunca, no nos queda otra alternativa que comenzar a tratar de resolverlos. Es en este momento cuando realmente está en juego la posibilidad de ser feliz; la diferencia entre ser feliz o no, radica en la actitud con que afrontas tus problemas.

Hay tres actitudes con las que puedes encarar la resolución de tus problemas: "Soy incapaz de solucionar nada", "Nada es demasiado difícil para mí" y "Algunas cosas podré resolver y otras no". La última opción es la única que te puede ayudar a tener más felicidad en tu vida.

Si desde el comienzo supones que eres incapaz de resolver cualquier problema que se te presente, estarás constantemente dependiendo de alguna otra persona para poder vivir. Llevar una vida dependiente no es la manera de vivir feliz. Para poder serlo debes tratar de ser tan autónomo como te sea posible, dentro de los limites que implica seguir siendo un ser humano. Vivir encadenado a los otros para que te solucionen tus problemas, es condenarte a la infelicidad.

Si partes de la base de que no hay nada que esté más allá de tus posibilidades, también vas camino a la infelicidad, sencillamente porque esa afirmación no es cierta. No existe ningún ser humano todopoderoso, todos tenemos nuestras limitaciones. Si piensas que todo lo puedes, estás equivocado, y en algún momento la realidad se encargará de demostrártelo. Cuando ello ocurra, el golpe puede ser muy fuerte y ciertamente no serás una persona feliz.

Si tienes una apreciación realista de tus posibilidades y reconoces que algunas cosas podrás resolver y otras no, estás mucho mejor preparado para ser feliz. Es importante darse cuenta de que hay hechos que escapan a nuestra decisión y que, por más buena intención que pongamos, no lograremos cambiarlos. Esto no significa que dejes de hacer todo lo que puedas, si no para solucionar, al menos para tratar de mejorar en lo que se pueda la situación.

Siempre tenemos que ponderar hasta donde llegan nuestras posibilidades, y tratar de llegar hasta el límite de las mismas, pero no pretender ir más allá. Si eternamente estás tratando de hacer lo que no puedes, eternamente serás infeliz.

Para que los problemas no te impidan tener toda la felicidad que puedas en tu vida, debes tener fe en tu capacidad para resolverlos, pero tampoco creerte omnipotente. Debes alegrarte por los que has podido resolver y no amargarte por aquellos que quedaron sin solución, descansando siempre en la tranquilidad que te da el saber que has hecho todo lo que has podido

REFLEXIONES PARA LA SUPERACION PERSONAL


Cambiar la manera de pensar


El hombre es un ser pensante. El hecho de pensar nos diferencia de los otros animales que carecen de esta capacidad. Los animales actúan por instinto, algo que indica al animal en cada momento cuál es la conducta que debe seguir. Lo que distingue al hombre es que no tiene una conducta predeterminada para cada situación.

Ante una situación determinada, tú puedes elegir cuál es la conducta que quieres adoptar. Quiere decir que, hasta cierto punto, puedes decidir tu futuro, cosa que le está vedada a los animales. Este futuro a que me refiero puede ser el próximo minuto, el próximo día o los próximos cinco años. Lo que importa es que no hay nada que diga que en ese futuro las cosas serán como ahora, salvo que tú mismo lo decidas así.

Ante una afirmación como ésta, tu puedes aceptarla sin más o comenzar de inmediato a enumerar todos los factores que te impiden decidir cuál será tu futuro, en suma, todas las ataduras que mantienen en la situación en que te encuentras ahora. Lo curioso es que seguramente te olvidarás de mencionar la principal causa que te mantiene adonde estás: tu pensamiento.

Efectivamente, el pensamiento que es lo que te permite adoptar nuevas conductas es, al mismo tiempo, el que te limita las opciones que puedes elegir. Las creencias, que son pensamientos fijados en tu mente, te dicen qué es lo que puedes y qué es lo que no puedes hacer. De modo que, como puedes ver, tu pensamiento condiciona tu futuro.

De lo antedicho se deduce que si quieres cambiar tu futuro primero tienes que cambiar tu forma de pensar. Si no quieres que tu futuro sea igual a tu presente, debes comenzar por pensar que un futuro diferente es posible, y luego debes pensar cuál quieres que sea ese futuro. Pero atención, que no cualquier cosa que se te ocurra pensar puede ser posible.

Debes analizar cada una de aquellas creencias que por esto o por lo otro has incorporado, muchas veces en forma inconsciente, pero en última instancia por tu propia voluntad. Con respecto a cada una de ellas debes decidir si quieres seguir manteniéndola o si ya su plazo ha caducado y puedes desprenderte de ella sin inconvenientes.

Una vez hecho esto, tienes el horizonte claro para comenzar a planear tu futuro y aquí es donde la confrontación con la realidad es ineludible. De nada serviría tratar de obsesionarte con ideas que luego la realidad se encargará de demostrarte que eran meras fantasías. Pero justamente de esto se trata el pensamiento, y esto es lo que nos distingue como humanos. El pensamiento es lo que nos permite distinguir la realidad de la fantasía, y lo que es posible de lo que no lo es.

Una vez que has elegido un futuro que es posible de realizar, de nuevo la forma en que pienses influirá en que lo puedas lograr o no. Dependiendo de cuál sea la distancia entre tu punto de partida (el hoy) y tu punto de llegada (el mañana), necesitarás poner mayor o menor empeño en tu propósito, y ese empeño debe reflejarse en la cantidad de pensamiento que le dediques.

Si en general estás satisfecho con tu existencia actual, y solamente quieres introducir algunos pequeños cambios, solamente necesitarás pensar en ello de vez en cuando, cada vez que decidas ocuparte del tema. Si en cambio quieres introducir cambios drásticos en tu vida, no lo conseguirás a menos que hagas una obsesión de ello.

Todas las personas que han conseguido realizar grandes transformaciones en su vida, ya sea en el plano material o espiritual, han sido personas obsesionadas por una idea. Una obsesión es una idea dominante, o sea un pensamiento dominante. Ese pensamiento ha sido lo que le ha permitido a esas personas cambiar su futuro. Pero no estoy queriendo decir que todo el mundo debe tener una obsesión, ni siquiera que tener una obsesión es siempre una buena cosa.

Muchas de las personas que han perseguido una obsesión en su vida, se han dado cuenta, a veces demasiado tarde, que por hacerlo han realizado sacrificios que luego han lamentado. El pensamiento, tu gran ayudante, te indicará cuáles son los sacrificios que debes realizar para conseguir lo que quieres. Solamente tú debes decidir si realmente vale la pena hacer esos sacrificios, sin hacer caso de los cantos de sirena de la sociedad de consumo que constantemente trata de convencerte de que lo mejor es tener más y más, sea de esto o de lo otro.